Esta película es una adaptación de la pieza teatral “La señorita Julia”, del escritor y dramaturgo sueco, August Strindberg, que trata de las clases sociales, el amor, la lujuria y la batalla entre los sexos. Tres personajes, un único escenario, la cocina de la mansión y conversaciones existenciales e incoherentes hacen que esta obra no funcione en el cine.
La protagonista es Julia (Jessica Chastain), una joven aristócrata en la noche de San Juan del año 1974. Julia decide escapar de las costumbres propias de su clase social y se va a divertir a una fiesta de sirvientes. Allí cautiva a uno de los criados, el joven y apuesto John (Colin Farrell). Ella, llena de altivez, él, un hombre educado, ambos luchan contra una atracción instintiva que no pueden permitir por su condición social. Y en medio, Kathleen, la criada celosa, sorprendida y enfadada de cómo ambos se manipulan. Seductores y tiernos, o brutales y salvajes, muestran una mezcla de persuasión y desprecio.
Es el cuarto largometraje que dirige la actriz Liv Ullmann, que desde hace 14 años no se ponía detrás de las cámaras, con Infiel (2000). Fue la musa de Ingmar Bergman, y tienen además una hija en común fruto de la relación que mantuvieron durante 4 años, lo que le influye notablemente en su estilo. La narrativa visual es lenta, muy densa, con apenas montaje, todo trascurre en el interior de la casa, salvo un comienzo en el jardín para situarnos en la mansión. Apenas hay acción, no pasan cosas, pero sí muestra el conflicto interno de sus personajes, que origina una historia angustiosa. La estética está muy por encima del contenido, como queriendo envolver muy bonito algo muy triste.
Protagonizada por la pelirroja de éxito, Jessica Chastain, acompañada por el irlandés Colin Farrell y la británica Samantha Morton, los tres realizan un buen trabajo con unos papeles que no desperdician para lucirse y mostrar su talento, aunque la cinta resulta pesada y no termina de funcionar fuera del teatro.
MariaLuengología 